Seis años después de su primera visita a un Ecuador que apenas descubría el pádel, Juani Mieres, ex número uno del mundo y actual entrenador de jugadores de Premier Pádel, volvió a pisar las pistas quiteñas. Esta vez, con un objetivo claro: compartir su conocimiento y pasión por este deporte que hoy crece a pasos agigantados en el país.
Durante tres días, Mieres dictó clínicas que congregaron a unos 150 jugadores en tres escenarios distintos: el viernes en el Club Rancho San Francisco, el sábado en el Cumbayá Pádel Center, y el domingo en las instalaciones del tradicional Quito Tenis y Golf Club. Cada jornada fue una auténtica fiesta del pádel, en la que la emoción y el aprendizaje fueron de la mano.
El ambiente era emocionante. Desde los más jóvenes —las promesas de la Academia del Cumbayá Pádel Center— hasta jugadores amateurs y experimentados, todos coincidían en el mismo sentimiento: la ilusión de compartir pista con una leyenda viva del pádel mundial. No era solo una clínica, era la oportunidad de escuchar, preguntar y absorber todo lo que un referente como Juani podía ofrecer.

Un maestro dentro y fuera de la pista
Con su sonrisa permanente, carisma natural y un lenguaje sencillo y directo, Mieres supo conectar con cada participante. Su capacidad para explicar detalles técnicos, corregir errores comunes y, sobre todo, motivar a los jugadores a disfrutar el juego, quedó patente en cada sesión.
Además de los ejercicios en pista, hubo tiempo para todo: juegos con el propio Mieres, sesiones de fotos, conversaciones informales, anécdotas y hasta momentos para compartir comida y risas. No faltaron las preguntas curiosas de los asistentes, a las que el argentino respondió siempre con cercanía y humor.

Una conexión especial con Ecuador
El propio Juani confesó sentirse encantado de regresar a Quito, una ciudad que guarda en su memoria por haber sido una de las primeras plazas sudamericanas que lo acogió cuando el pádel apenas daba sus primeros pasos en la región.
En esta ocasión, además de las clínicas, el ex número uno tuvo la oportunidad de hacer turismo: visitó la Mitad del Mundo y, como no podía ser de otra manera, se animó a probar algunas delicias locales, entre ellas las empanadas, que —según sus palabras— “le encantó”.

Un impulso para el crecimiento del pádel
El paso de Mieres por Quito dejó más que técnica y anécdotas: sembró inspiración. Verlo tan accesible, tan apasionado por enseñar, es un impulso para que más jugadores se animen a perfeccionar su juego y para que el pádel ecuatoriano siga su ascendente camino.
Las clínicas de Juani Mieres fueron, sin duda, un hito más en el desarrollo del pádel en la capital. Y, quién sabe, quizás en unos años, alguna de las jóvenes promesas que esta vez compartieron pista con él, también se convierta en figura internacional. Por ahora, Quito ya espera la próxima visita de su amigo Juani.
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